viernes, 14 de junio de 2013

Scott Fitzgerald, Truman Capote y Haruki Murakami: espíritus afines unidos por el Twitter

Dos novelistas anglosajones, por encima de todos los demás, marcaron mi evolución como lector (y dejaron su impronta en el posible escritor que anidaba en mí) durante mi juventud, ya no tan cercana en el tiempo, que no en el recuerdo: F.S.Fitzgerald y T.Capote. Podría escribir durante más tiempo del necesario sobre la magna obra de estos dos autores; pero en esta época del "usa y tira" estaría de más aburrir a mi amable círculo de lectores con algo que ya está escrito y bien escrito. Existen biografías suficientes que ahondan en las perturbadas vidas personales de ambos genios de la narrativa, y no seré yo quien ponga una palabra más allá de aquella frase ya acabada que finaliza la obra y vida de ambos. Mi visión intenta ser más actual; la mirada que puede dirigir a ellos un escritor actual que desea seguir los pasos literarios de ambos. Y la herramienta elegida es el omnipresente Twitter: imaginemos que ambos viven todavía, y que existe alguien que adora cada palabra escrita por ellos... Mi admirado Murakami, un entregado fan dedicado a la alabanza de la virtudes "fraseo-lógicas" de Fitzgerald en sus, a la vez, magníficos libros propios (Sobre todo en "Norwegian Wood", traducido al castellano como "Tokio Blues", no sé el porqué todavía, como si no conociéramos aquí la archi-escuchada canción de Los Beatles), seguro que despertaría con la intensa emoción de saber de las andanzas de su Scott con sólo echar un vistazo a su smart-phone... (al igual que seguimos ahora los demás a Haruki Murakami en dicha red social), y estoy seguro que los dos admirarían sin duda a Capote y su cruda descripción, casi forense, de los condicionantes sociales y psicológicos de los dos asesinos de la familia Clutter en "In cold blood" (bien titulado aquí como "A sangre fría", no me duelen prendas reconocerlo). Y sospecho que Capote, un escritor fuera de los moldes de su época, también sería un "follower" de Murakami, cuya narración descriptiva de lugares, situaciones, sensaciones y personas raya en la perfección de los dos norteamericanos. Se cerraría así el círculo de la admiración mutua: Murakami seguiría a Fitzgerald (si fuera esto posible en la realidad, porque Murakami no sigue a nadie en Twitter, aunque sospecho que al menos seguiría a Francis Scott), éste a Capote, y Truman a Murakami; todos sería eslabones de un anillo que estamos tejiendo entre todos, convertidos en distraídas Ariadnas que tejen un hilo eterno en espera de la llegada del Ulises Prometido. Pero mi temor fundado es que, en este mundo donde los autores de renombre tienen ya decenas, si no son cientos de miles de seguidores, estos tres grandes de la literatura universal estarían condenados a no encontrarse jamás, perdidos en esta gigantesca Red de sinapsis lingüísticas que estamos construyendo entre todos. Quizá sería más fácil que coincidieran en una tertulia literaria cualquiera organizada por un club de lectura neoyorquino, presentados al azar por el escritor de éxito del momento, que esperar al momento en el que las nuevas tecnologías acaben teniendo alma y consigan reunir a espíritus afines en un mundo cada vez más deshumanizado, donde es más asequible hablar con tu vecino de al lado por "guasap" que esperar a que cuelgue para poder hacerlo de viva voce...

jueves, 6 de junio de 2013

La difícil relación entre la honestidad al escribir y el vivir de ello con dignidad

Como leí una vez en el instructivo libro de Stephen King "On writing", la clave para el éxito literario se hallaba, sobre todo y según el bueno de Steph, en la firme y sincera honestidad del escritor para con sus lectores. Yo creo firmemente en que todos los que escriben lo hacen con total honestidad y con el corazón, dando lo mejor de sí mismos en cada nuevo renglón. Entonces, ¿por qué decimos que alguien puede no ser honesto al escribir (yo diría más bien sincero, porque la honestidad es casi un delito mencionarla en este mundo lleno de abogados dispuestos a denunciar por cualquier nimio motivo) si se presupone que todo el mundo lo hace abriendo su corazón y dando lo mejor de sí mismo? Convendría utilizar aquí el célebre silogismo modo Dimatis de la filosofía griega: "Algunos hombres son honestos; los escritores son hombres, algunos escritores son honestos". ¿Por qué afirmamos que algunos hombres son honestos y no todos? Sencillamente por la existencia de algo tan antiguo y tan inherente al ser humano como la codicia, y su concreción más visible en el mundo real: el dinero. Y algo tan inherente también al ser humano como la necesidad de comer todos los días. Pero, una vez solventada nuestra perentoria necesidad de sustento, entran en juego otras cosas accesorias e innecesarias que ha tramado la sociedad consumista a nuestro alrededor: el lujo. El Lujo en mayúsculas y en todas sus variantes. Y lo que era algo colateral y no necesario se acaba convirtiendo en el leit-motiv de nuestra existencia literaria. Y el sombrío Caronte escritor, en su lujosa góndola funeraria de parrilla cromada cual Partenon coronado por el espíritu del frenesí derrochador, nos acaba alejando de las aguas puras y cristalinas que vieron nacer nuestros anhelos literarios; allí, lejos, en la distancia, en el ara de sacrificios donde un día todos juramos fidelidad eterna al Byron moribundo entre las ruinas griegas. Y la traición viene de la mano de la inocente pretensión de vivir de la literatura, y queda en manos de aquellos afortunados tocados por la varita mágica de la conexión con el gran público y las ventas millonarias. Y por el hecho de que, una vez hallado el camino del dinero fácil, tan sólo es cuestión de repetir la fórmula una y otra vez, dejando el tiempo suficiente, por desgracia cada vez más corto, para inundar los estantes de las librerías con el mismo perro con otro bozal que es la aparición de un nuevo súper-ventas. No quiero estigmatizar aquí a toda esta clase de libros, que a todos nos han hecho pasar muy agradables momentos de dispersión en ambientes vacacionales o como alternativa a la tensión de la vida diaria y semanal. Tan sólo quiero apuntar la necesaria observancia, para todos aquellos que nos dedicamos a estas lides de una u otra forma, de la necesidad de obligarnos a observar una suerte de año sabático en el que, a pesar de hallarnos en el cenit de nuestra carrera de letras y a despecho de renunciar al falso espejismo del brillo áureo, consagrarnos a la escritura de una sencilla obra, verdadera y honesta, que nos acerque de nuevo a la cristalina orilla de la paz interior, por mucho que las sirenas del dios de la Muerte literaria intenten convencernos de las bondades que nos esperan en el laberinto del lujo que puede satisfacer nuestras bajas pasiones. Pero ya está todo escrito, y no sé si mi voz será oída en el desierto, y ni si lo será tan siquiera por mis sentidos, si alguna vez son inundados por los falaces cantos de la dorada sirena. Nihil novum sub sole.

miércoles, 5 de junio de 2013

En respuesta a la escritora Blanca Miosi y su reseña: El secreto para llegar al top 100 en Amazon

En respuesta a la escritora Blanca Miosi y su reseña:

El secreto para llegar al top 100 en Amazon



Estoy de acuerdo contigo Blanca,
¿Qué es lo que hace a un libro destacar por encima de los demás?¿Existe alguna clave mágica para convertir en "Best-seller" un libro entre miles? Yo creo que aciertas cuando dices que, si bien hay una posible ayuda si desarrollamos nuestra obra dentro de los parámetros más vendidos (Novela Romántica), la historia, mejor dicho el contenido último de ésta, su esencia, debe de estar tocado por esa gracia que otorga la literatura a la conexión entre un determinado autor y sus lectores. Estoy contigo en que, más allá del número cien del ranking de más vendidos, existe un buen puñado de grandes autores que, antes o después, encontrarán el camino al éxito. Saludos, Martín de Arce.